Sobre el Artista
Alfonso Alfaro
Alfonso Alfaro es un artista nacido en la Ciudad de México en 1990, su vida tomó, por un tiempo, un rumbo aparentemente ajeno al arte. Se adentró en el mundo de las finanzas, una carrera segura, pero que nunca terminó de alinearse con lo que realmente lo movía. En retrospectiva, el arte siempre estuvo ahí, esperando. Su camino no comenzó con la pintura, sino con el cine. Fue el cine el que le enseñó a expresar emociones, a contar historias, a construir un lenguaje visual. Hoy, cada una de sus pinturas forma parte de algo más grande, como una escena dentro de una película: una invitación a presenciar un momento de transformación.
El punto de quiebre llegó en 2018, cuando fue diagnosticado con VIH. En ese momento, todo se rompió, pero al mismo tiempo, todo se volvió más claro. Tuvo que enfrentar sus miedos y su vergüenza, dejar de huir de su propia verdad. El arte se convirtió en su forma de reconstruirse, cada lienzo reflejando su viaje de la oscuridad hacia la luz. Su próxima exposición, Manual para no repetirlo, es una invitación a mirar esos momentos a través de sus ojos, a sentir lo que él ha sentido y a reflexionar sobre temas universales como la identidad, la resiliencia y la vulnerabilidad.
Cree que el arte debe ser honesto. No se trata de perfección ni de hacer algo “bonito”, sino de conectar. En un mundo donde el pensamiento crítico y la educación visual suelen descuidarse, busca que su obra provoque, que incomode. Pero también recurre al humor, a la narrativa visual y a la intertextualidad para hacer su trabajo más accesible.
Su intención es abrir un diálogo, no solo sobre su experiencia personal, sino sobre lo que significa vivir, luchar y, eventualmente, sanar. El arte es su manera de decir la verdad —su verdad—, y si logra conectar con alguien a nivel emocional o intelectual, entonces sentirá que ha cumplido con su propósito.

Declaración de la Artista
Mi trabajo explora la tensión entre la composición estructurada y la expresión espontánea. Me fascinan las formas en que el color, la forma y la textura pueden evocar respuestas emocionales y crear narrativas visuales que trascienden el lenguaje.
A través de mis pinturas, invito a los espectadores a involucrarse con sus propias percepciones e interpretaciones, encontrando un significado personal dentro de los paisajes abstractos que creo.